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miércoles, 9 de noviembre de 2011

EL ALMA Y SU RELACIÓN CON EL CEREBRO


El cerebro, a pesar de las apariencias, no es el creador de los pensamientos, sino un recurso para su manifestación, siendo igualmente responsable de la manifestación de otros atributos del alma, como la voluntad, el querer, la determinación, la intuición y la consciencia.
Para que el cerebro pueda desempeñar plenamente sus atribuciones, es necesario que esté en perfecto estado, tanto en su estructura anatómica como en sus condiciones fisiológicas, sin compromisos que puedan perjudicar la libre manifestación de sus funciones.

Entre los factores que comprometen a la masa encefálica, pueden estar presentes los accidentes vasculares cerebrales, los tumores, las infecciones como la encefalitis y la meningitis, los traumatismos cerebrales, el uso de drogas o sustancias que agreden la célula nerviosa, así como los disturbios congénitos y hereditarios.
Las diferentes modalidades de conocimiento que adornan la personalidad humana, son importantes, pero no pueden ser supervaloradas, llevando a la vanidad intelectual y al orgullo altamente perjudiciales para la comprensión de la realidad del alma.

Para el reconocimiento de esa realidad, son dispensables conocimientos de alta sabiduría, pues ese es un campo en que los simples y los sabios se identifican.
Ese conocimiento, que en el pasado era revelado tan solo por algunos iniciados, comienza a ser desvelado por un gran número de personas, visto que la humanidad se encuentra en el umbral
de la realidad, y nada puede mantenerse oculto en el amanecer de la nueva era que se aproxima, la Era del Espíritu. Ese concepto está de acuerdo con el que consta en el Evangelio, que «Así que, no los temáis; porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse» (Mateo 10, 26).

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